Uno puede imaginar hasta el infinito y más allá, sin embargo rara vez imagina que basta un minuto para que toda tu realidad y percepción cambie, un minuto para saltar del calor de un hogar a la hoguera del férreo infierno. He perdido al ser que más amaba, mi hermano Samuel. J unto a él y mi madre cuidamos a papá durante dos durísimos años, mi padre José (el kike) falleció de cáncer de pulmón en noviembre de 2017 . Aunque tristes estábamos muy fuertes para empezar una nueva vida convencidos de que nos habíamos entregado a mi padre como él se merecía. Sentimos alivio de que ya descansara y, a pesar del desgaste, teníamos energía para muchos planes. Samuel incluso disfrutó de viaje con su novia. Pero..., tres meses después..., mi único hermano se ahogó en el mar. Fui yo la que recibió la noticia por teléfono de forma terrible, un sargento más frío que una ola en mes de marzo. No asimilé la noticia y aun así quise irme tras él, con el convencimiento de no poder sobrevivir a la sigui
Cada vez que venía su nieta Anita a Cabo de Palos, Salvador notaba, de forma abrupta y orgánica, cómo su alma y cuerpo se deshacían de treinta años de peso. Su brazo izquierdo dejaba de doler, el cuello destensado, y un sano apetito le llevaban al supermercado del pueblo a por la fruta más fresca. Anita prefería la macedonia a postres sofisticados, y a su abuelo le chiflaba sorprenderla con mezclas diferentes en cada encuentro. Ambos disfrutaban de sus manjares en la pequeña terraza de la playa de levante. Este viernes a la macedonia le había añadido trocitos de chocolate negro con frutos secos, cacao lo suficientemente puro como para no devaluar el manjar "macedónico". - Todos los niños del mundo deberían tener un plato de vitaminas como éste y un abuelo como el mío. Salvador intentó ser veloz en la respuesta, pero esta vez le costó disimular la emoción. + Y la abuela, tienes también una abuela que te adora, aunque pase mucho tiempo limpiando y quejándose. - Sí, bueno, per